Joan Miró,

Joan Miró, “Nocturne”, 1940. Témpera, gouache, huevo, óleo y pastel sobre papel

1. Introducción

La escritura automática se puede describir como el resultado de procesos mentales que no provienen de pensamientos conscientes. En los procesos creativos, este método puede generar resultados muy interesantes. Los pensamientos que conducen a la misma no tienen que ser necesariamente inconscientes en su totalidad ya que, siempre que estamos en estado de vigilia, por mucho que se desee lo contrario, hay parte de consciencia, más aún cuando perseguimos un objetivo o resultado estético y contamos con una serie de materiales y herramientas, como es el caso, que afectan a dicho proceso. De cualquier modo, aunque exista ese sesgo, necesario e inevitable por otra parte, el fin es experimentar con el subconsciente, provocar la salida de elementos difícilmente accesibles e invitar al que lo percibe y al propio autor de la escritura a sumergirse en el “juego”, a jugar con los resultados.

Hablo de juego porque forma parte de la escritura automática y es parte esencial en ella. Se puede decir que la escritura automática es un juego y que, como tal, es una actividad libre y voluntaria que se incorpora en un marco espacial y temporal, ya sean éstos planificados o improvisados (como cuando uno habla por teléfono y casualmente encuentra un bolígrafo y un papel y garabatea distraídamente). Tiene un carácter incierto, absorbente, espontáneo, con miles de variables e infinidad de posibilidades. La expresión tiene finalidad en sí misma, uno no se obsesiona con el resultado, o si lo hace, resulta ser una obsesión agradable (y eso es una completa contradicción, pero así es). Hay ficción y uno puede conseguir alejarse de lo cotidiano, de la insidiosa rutina.

2. Objetivos y motivaciones

Jackson Pollock,

Jackson Pollock, “Gray and red number 4″, 1948, óleo y gesso sobre papel

Al trabajar con la escritura automática se pueden perseguir varios objetivos, por una parte, relativos al propio proceso creativo: luchar contra la cohibición creativa de cualquier tipo; lograr un estado de abstracción suprema; vencer la censura (social, personal, de aprendizaje, de lo programado, de lo considerado correcto) y superar el restrictivo miedo al papel en blanco, el miedo a quedarse bloqueado. Estos miedos nos abordan menudo, paradójicamente, cuando intentamos concentrarnos o realizar algo porque, precisamente, primero, según lo que nos han inculcado desde el nacimiento, hay que ajustarse unas reglas y se genera un profundo temor al fracaso; hay luchar contra lo que parece que no tiene sentido, en definitiva liberar la voluntad de los dictados de la razón tratando de obtener resultados estimulantes.

Sostengo que la escritura automática es un ejercicio de liberación necesario para desarrollar cualquier actividad creativa y, por supuesto, no es nuevo, a pesar de que existen razones de peso para afirmar que no es defendido ni explotado por una gran mayoría. En este punto intervienen la educación y las restricciones que, por comodidad o por pretender mantener “el control y la cordura” del individuo, se imponen en la mayor parte del sistema educativo. Afecta a la educación (tanto la reglada en la escuela como en la familia) como en todos los ámbitos: el social y al laboral, etc.

Por otra parte, además de querer “jugar a la escritura automática”, también se puede perseguir que el espectador “juegue” a lo que me gustaría llamar lectura consciente, ese juego al que creo que todos hemos jugado alguna vez y que consiste en observar elementos, en apariencia indefinidos (como las nubes o las vetas de una pieza de madera) y tratar de encontrar significados y formas familiares; un ejercicio imaginativo agradable y positivo.

3. Reseña histórica 

La escritura automática existe como concepto desde hace siglos. Desde el punto de vista creativo es un método que defendieron y utilizaron distintos artistas, fundamentalmente surrealistas (en el mundo literario André Breton, como abanderado del método) en la primera mitad del siglo XX, considerando que de esa forma el artista se manifiesta libre de cualquier represión, sin correcciones racionales. El surrealismo propone trasladar las imágenes del inconsciente, relacionadas con el azar objetivo y el sueño, al mundo del arte por medio de una asociación mental libre, sin la intromisión censora de la conciencia, de ahí que elija como método el automatismo.

La escritura automática se convirtió en parte del repertorio de juegos de los surrealistas, desencadenando más tarde en un gran número de otros juegos surrealistas y herramientas que desarrollaron e influenciaron al movimiento en sí, dando lugar por ejemplo al Dibujo Automático. También es utilizada para estimular la creatividad y en ocasiones para liberarse del llamado “bloqueo del escritor” debido generalmente a la falta de inspiración.

1. Joan Miró y Joan Barbará, 'Serie Grans Rupestres', 1977. Aguafuertes al azúcar

1. Joan Miró y Joan Barbará, “Serie Grans Rupestres”, 1977. Aguafuertes al azúcar

En el año 1924 Breton escribe el primer Manifiesto Surrealista y en este incluye lo siguiente:

Indica muy mala fe discutirnos el derecho a emplear la palabra surrealismo, en el sentido particular que nosotros le damos, ya que nadie puede dudar de que esta palabra no tuvo fortuna, antes de que nosotros nos sirviéramos de ella. Voy a definirla de una vez para siempre:

Surrealismo: “sustantivo, masculino. Automatismo psíquico puro, por cuyo medio se intenta expresar, verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral.”

Han surgido distintas técnicas plásticas basadas en esta idea. Óscar Domínguez inventó la decalcomanía (vinculado con el grabado, pero ejerciendo presión manualmente, consiste en aplicar pintura negra sobre un papel que se coloca encima de otra hoja sobre la que se ejerce una ligera presión, luego se despegan antes de que se sequen). Además de la decalcomanía, los surrealistas desarrollaron otros procedimientos que incluyen igualmente el azar: el frottage, el raspado, el fumage, la distribución de arena sobre el lienzo encolado, etc. Podéis leer más sobre estas técnicas en otro artículo en este mismo blog: Técnicas basadas en el Automatismo y su aplicación en el grabado

Miró fue para Breton el más surrealista de todos, por su automatismo psíquico puro. Su surrealismo se desenvuelve entre las primeras obras donde explora sus sueños y fantasías infantiles (El Campo labrado), las obras donde el automatismo es predominante (Nacimiento del mundo) y las obras en que desarrolla su lenguaje de signos y formas biomorfas (Personaje lanzando una piedra).

4.Autores de referencia

Joan Miró (Barcelona, 1893 – Palma de Mallorca, 1983)

Cy Twombly (Lexington, Virginia, EEUU, 1928)

Jackson Pollock (Cody, EE UU, 1912 – Springs, id., 1956)

Friedensreich Hundertwasser (Viena, 1928 – 2000)

Wassily Kandinsky (Moscú, 1866 – Neuilly-sur-Seine, 1944)

Antonio Saura (Huesca, 1930 – Cuenca, 1998)

Francis Picabia (París, 1879 – 1953)